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Los propulsores híbridos modernos acumulan más de dos décadas en el mercado. Durante este tiempo, han aflorado diferentes soluciones que han evolucionado al compás de las tendencias en la automoción. ¿Qué podemos pedir a los coches híbridos de nuestros días?

Si hablamos de tendencias actuales, las mecánicas híbridas mantienen una relación especial con la categoría SUV. Según datos recopilados por JATO Dynamics en 2021, en Europa los todocaminos dominan el mercado a razón de cuatro modelos de cada diez matriculados. Se trata de una tendencia creciente que seguirá en años venideros, a juzgar por la diversificación de un segmento con fronteras cada vez más amplias, desde los B-SUV hasta los modelos de gran tamaño.

Esta fórmula, tan exitosa y popular, contaba hasta la década pasada con su particular talón de Aquiles. Y es que el volumen y la masa SUV penalizaba la eficiencia en un momento crucial en que se presionaba justo para lo contrario.

Diversificación eléctrica

Coches híbridos

La electrificación ha traído cierta bendición para los todocaminos. De hecho, pocos fabricantes contemplan una gama SUV sin las ventajas mínimas que les acarrean las diferentes motorizaciones eléctricas. En ese aspecto, Hyundai ha huido de improvisaciones y se ha adelantado a ser el único fabricante que ha introducido cinco soluciones de propulsión eléctrica en su gama.

El fabricante coreano ha sabido elaborar una hoja de ruta precisa que aproveche las ventajas actuales de las mecánicas híbridas, con la vista puesta en la electrificación total. Tras una planificación pormenorizada, seguida de un trabajo de varios años, los resultados han llegado. El Hyundai TUCSON lidera el mercado. Buena parte de culpa la tiene la diversificación híbrida que presenta: una versión híbrida ligera de 48V; otra híbrida convencional (HEV) y, por último, una híbrida enchufable (PHEV).

Sin embargo, la variedad de especies híbridas se adereza con un rendimiento por encima de la media. Puede que muchos critiquen ciertas desventajas que los híbridos llevan arrastrando desde sus inicios. En ese aspecto, Hyundai ha trabajado para dar con una nueva hornada que eleve las prestaciones de la combinación de fuerzas térmica y eléctrica. Estas son algunas de las mejoras tecnológicas que distinguen a los híbridos de última generación.

1. Una propulsión más personalizada

Motor híbrido

La primera de las grandes diferencias entre fabricantes la constatamos en la variedad de bloques que se ofertan. Esto depende en buena medida del trabajo previo realizado por las compañías durante la anterior década. Hubo fabricantes que insistieron en los híbridos convencionales como tecnología definitiva, otros optaron por adelantarse con 100% eléctricos inmaduros o por especializarse en modelos híbridos enchufables.

Este énfasis viene muy a cuento con lo que se puede ver hoy en los concesionarios. Hyundai no quiso auto-limitarse de partida, por eso invirtió en plataformas que conciliaran todas las opciones. El fabricante recoge los frutos ahora. Un solo modelo, el Hyundai TUCSON presenta tres tipos de fórmulas híbridas: por una lado, de hibridaciones ligera, otra híbrida convencional y una híbrida enchufable.

La saga refuerza tanto el dinamismo, como la suavidad en la conducción, a través del empuje eléctrico que proporciona un toque de frescura al segmento. Así lo demuestra la versión híbrida convencional, que suma la fuerza de los cuatro cilindros del motor turbo T-GDi 1.6 que otorga 180 CV y otro eléctrico de 60 CV. Ambos alcanzan los 230 CV y 265 Nm, para acelerar de 80 a 120 km/h en 5,2 segundos. Por su parte, el Hyundai TUCSON híbrido enchufable eleva la apuesta con un motor eléctrico de 90 CV, lo que lleva al conjunto a alcanzar los 265 CV y 350 Nm de par motor.

2. Baterías de última generación

Híbrido familiar

Entre los aciertos tecnológicos de Hyundai se encuentra el de haber aplicado los últimos avances en tecnologías de baterías. Hyundai tomó la decisión de invertir en las baterías de polímero de ion-litio en toda su gama, partiendo del lanzamiento del Hyundai IONIQ en 2016.

Hasta la fecha, era una opción superior valorada, sobre todo, para los modelos 100% eléctricos que dependen de forma crucial de la energía procedente de los acumuladores. Los coreanos descartaron las tradicionales baterías de níquel-metal hidruro e, incluso, de iones de litio.

El motivo tiene mucho que ver con las prestaciones que brindan las de polímero de litio. Son más ligeras e, incluso, presentan un menor efecto memoria a largo plazo comparada con las de iones de litio. Por su naturaleza, se integran mejor en el pack y son más resistentes a la deformación y degradación.

Estas propiedades acarrean una mayor eficiencia y permiten un acople perfeccionado en el vehículo. En la versión híbrida del Hyundai TUCSON, la batería de 1,49 kWh viaja bajo los asientos sin castigar en litros ningún aspecto, ni el habitáculo, ni el depósito, ni el maletero. Este último sirve de ejemplo al llegar hasta los 616 litros de volumen.

Algo similar ocurre con el Hyundai TUCSON híbrido enchufable. En su caso, la batería de 13,7 kWh le proporciona una autonomía eléctrica homologada de 62 kilómetros, suficientes para acercarnos a la independencia térmica durante los trayectos diarios, sobre todo en vía urbana.

3. Delicadeza en la respuesta

Hyundai TUCSON

Uno de los aspectos cruciales que determinan el temperamento de los modelos híbridos se encuentra en la gestión electrónica y el modo en que el trabajo de los propulsores se convierte en movimiento. En esa línea, muchos híbridos se han ganado a pulso la fama de poco dinámicos e, incluso, ruidosos. Las continuas arrancadas del motor térmico se dejan notar.

Poco pueden hacer los conductores ante estas situaciones gobernadas por una transmisión plana. El Hyundai TUCSON híbrido ha mejorado este aspecto. La prioridad en la propulsión de la vertiente eléctrica se encuentra reforzada mediante su transmisión automática de seis velocidades por convertidor de par y se apoya en la comentada batería de tecnología superior.

Pocos modelos aportan la suavidad en la coordinación térmica/eléctrica del SUV en su vertiente híbrida. La personalización de la conducción se intensifica en la opción híbrida enchufable. Los modos ECO y Sport del híbrido convencional evolucionan para sacar el máximo partido a los 13,8 kWh de su batería.

4. Eficiencia y ahorro más accesibles

Híbrido enchufable

Por supuesto, los modelos híbridos poseen en su mismo ADN las cualidades de la eficiencia y el ahorro de consumos. Ahora bien, esta facultad ha estado sujeta a algunos condicionantes en los últimos tiempos, como la mayor masa de los todocaminos.

Este factor se conjuga con los tres puntos anteriores, que sirven de base en el trabajo por lograr una mayor eficiencia. En ese apartado, el Hyundai TUCSON híbrido homologa 5,6 l/100 km, mientras que la versión híbrida enchufable consigue 1,4 l/100 kilómetros.

Las condiciones de conducción que depara cada situación harán que estas cifras crezcan más o menos. Sin embargo, el punto más relevante es contar con una mecánica que, si lo deseamos, nos permita optimizar el ahorro sin demasiadas limitaciones. Por ejemplo, en las versiones híbridas enchufable se puede aprovechar el modo 100% eléctrico en trayectos rutinarios para evitar quemar combustible.

Se suele achacar a algunos híbridos que su consumo en autovía tiende a dispararse. Si bien es cierto que algunos modelos parecen haber sido concebidos para no salir de la ciudad, otros, como los híbridos eléctricos de Hyundai, suavizan esta tendencia, gracias entre otros elementos a su gestión del conjunto motor-cambio.

Hyundai ha desarrollado soluciones concretas para mejorar la eficiencia, como su tecnología de duración variable continua de las válvulas (CVVD). Esta gestiona la duración de apertura y cierre de las válvulas según las demandas y el tipo de conducción, lo que deriva en un consumo de la parte térmica más controlado.

En definitiva, los híbridos de última generación llegan acompañados de una mecánica evolucionada que despeja los defectos y las etiquetas que se les colgaban en el pasado. Son, más que nunca, vitales para posibilitar el cambio paulatino hacia una conducción totalmente eléctrica.